No es una adicción a cierta alegría
lo que me despega cada jornada
del colchón. Me enredaría en la almohada
esperando nada, y nada vendría.
De mitos y héroes. Solo valdría
ser verso en una noche perfumada
con sueños de princesa ya olvidada
entre las cenizas de Alejandría.
Con los brazos me cuelgo yo al cielo
y de noche desciendo en un hilito
a escuchar en el eco los antojos
que mi alma va perdiendo en el deshielo.
Ya se lo dijo el zorro a El Principito:
“Lo esencial es invisible a los ojos”.
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