Soy capaz de afilar la imaginación,
pero nunca sospeché que podría encontrarme
un autobús destartalado, echando humo negro despiadadamente, que se
autodenominase eco
friendly. Me sonó, mas que a broma, a un intento fallido de amansar a
la locura: algo semejante al caos que aplasta cualquier iniciativa que requiera
orden al margen de la tiránica religión, único destino de
millones de hinduistas. Pero esto es Delhi, la ciudad del polvo, el barro, los
tullidos, los cuerpos dormidos encaramados en la más estrecha acera, la de los
hábiles farsantes. Tan crudo es que una pareja de
despistados españoles que cayeron aquí en el
mismo avión, hoy los encontramos en la New Delhi Railway Station devolviendo
los billetes que habían comprado. Se volvían a casa: no
soportan este pais.
Pero este no es un viaje
para tumbarse al sol que apenas traspasa la inmensa nube de polución en Delhi,
una megaurbe de 13 millones de almas, sino un trayecto de esos de ida y
vuelta cuyo centro parece estar ubicado más cercano a tu cuerpo que al
exterior. Antes de venir me advirtieron de la capacidad de sorpresa que
encierra este país. A veces se queda corto. Pero, a la vez, me hace que
pensar que apenas me remueven las miles de personas que se pudren
(literalmente) en la calle. Es el paisaje, es lo que hay, es la vida en India.
Lo que sí es cierto
es que en apenas dos días toda una serie de aventuras se cruzan en el camino de
uno, desde los hoteles en los que uno pretende dormir (busco la humildad, no
los mortuorios), hasta el sudor que mana de los poros. Los comerciantes dando
gato por liebre, los rickshaws en los que nos subimos culebreando
por las calles, los funcionarios apáticos, los muñones a media
altura, las manos al revés, los palos por muletas y los perros
ensangrentados son otra escena que ya contaré. Porque, maldita sea, son las 9
de la noche, lo último que comí me quemó la boca y mañana temprano me
largo en tren rumbo sureste.
3 comentarios:
Regla número 1: sopla la comida antes de metértela en la boca ansioso, así no quema, y si es por el picante escoge mejor :)
Contenta de oír de vosotros, disfrutad del viaje.
Besos,
Elsa
Debe haber un antes y un después en la vida de un viajero que visita la India.
Me has hecho viajar un poco desde el calor de mi casa. Han traspasado la pantalla de mi compu las imágenes, los colores, los olores, los sabores, los ruidos... Te lo agradezco mucho.
¡Feliz viaje!
Curiosamente la semana pasada estuve hablando con un Checo de su viaje a la India. Su descripción se parecía (dentro de sus limitaciones con el inglés) en el trasfondo.
Parece obvio que es un viaje en el que se descubre lo desconocido, tanto respecto al país/forma-de-vida como a lo-que-está-dentro-de-uno-mismo.
Disfrutad.
Publicar un comentario