22/3/13

El día de la poesía me pilló de madrugada

Yo no he puesto las reglas,
pero me gusta jugar.

A veces, me siento al borde de la noche y empiezo a pensar. No me ve nadie, desoigo los consejos (“te pondrás a pensar y pensar/ y eso no es bueno nunca/ porque sin darte cuenta/ te irás sintiendo solo/ igual que un perro viejo/ sin dueño y sin collar”, le dijo Goytisolo a Gil de Biedma), y nada me importa. Siempre he sentido que lo que sucede por la noche pertenece a un mundo que al día siguiente no suele tener mucho sentido, pero justifica lo vivido. Se sale de de lo real y agitado y se entra en nuestro mundo agitado y real. Se vive de puertas para adentro. Y eso reconcilia.

Lo peor de vivir en ese universo es que la mañana siguiente, con la resaca de legañas instalada en los ojos, hay que arrastrarse al mismo lugar que aniquila lo imaginado unas horas antes. Qué más da, si ayer se celebró la vida en las nubes.


Ayer fue el día universal del verso. 
Amanecí del letargo y eché el dado
allá donde me vuelvo inacabado
como gritos fugados al reverso

del oficio de habitar, disperso,
lo que encierra la vida en este lado.
Hay quienes pensarán que estoy varado
sin saber del placer en que me inmerso

al cruzar, clandestino, la frontera
entre el humo que divide mi herencia
y las letras leídas con espada. 

Y cuando yo agonizaba en la espera
y mis besos mojaron la paciencia,
el cuchillo empezó la retirada.

4 comentarios:

Ferragus dijo...

¡Ah...! la victoria sobre la adversidad; la porfía, demoledora de lo absoluto. El alma trascurre suave con el sabor de lo imaginado en la boca.

Albert dijo...

"Hay quienes pensarán que estoy varado sin saber del placer..." Oiga, muchas gracias en nombre de todos los habitantes de la madrugada por este post. Magnífico, como todos los que hasta ahora he tenido oportunidad de leerle, pero un poco más. O quizá es sólo que en este me he reconocido en cada línea. Sí, que cierto, las noches solitarias reconcilian. Saludos.

Miguel dijo...

Preciosos versos. Para leer solos en las noche...

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Lo hemos hablado varias veces. La noche -más aún, la madrugada- es donde se esparce la vida de verdad. El resto es prostitución.