3/4/13

Sun, sand, sex & me

Las cosas, entre una mujer que parece una chimenea y un hombre que parece un pozo sin fondo, se ven de diferente forma. Yo me había calzado ya un par de copas –sin contar las cervezas y el vino del almuerzo- y la música invitaba a agarrar de la cintura a la primera chica que le señalara a uno. La que me señaló lo hizo siguiendo las órdenes de la canción, así que tampoco tenía mucho mérito ser el centro de atención de nada cuando te dicen “me gustas mucho tú”. Había en la sala un actor que decían que era famoso, un cómico que decían que hacía gracia, viejos acompañados por jóvenes despampanantes y un guitarrista espléndido que trataba de vender algún disco después de acompañar la voz de un joven que decían que era una promesa.

Las luces que parpadeaban en las paredes, la afluencia de canas y la repetición de “gracias por venir al mejor lugar de La Habana” me hizo recordar los últimos coletazos del desenfreno vivido hasta que el uno de enero de 1959, el pueblo, enfurecido, cargó contra los casinos de los hoteles cuando triunfó la revolución. Representaban todas las perversiones del sistema y relación con la mafia estadounidense.


Los vínculos entre Cuba y la mafia americana se remontan a muchos antes, cuando Batista era un joven militar bien posicionado. Pero fue en los años cincuenta cuando toda la exageración se vino arriba, hasta el punto que los mayores símbolos de la gánsteres en La Habana tomaban cuerpo meses antes de que todo estallara por los aires. La mejor temporada turística en Cuba se dio cuando los rebeldes ya combatían en las montañas.

 La mafia, comandada por Lansky, Trafficante, Stasi y compañía, había entrado en los cimientos del sistema institucional. Sostuvieron la economía y al presidente, abrieron hoteles y se cargaron a quienes les hicieran sombra –¡ay! cuando Anastasia quiso entrar en el negocio y acabó acribillado a tiros cuando se cortaba el pelo en Nueva York- y acabaron huyendo con maletas cargadas de millones de dólares cuando su sistema de sobornos basado en el juego y en las tres eses –sun, sex and sand- cayó tras el presidente. 

Hay algo que me gusta en todo este asunto de la mafia y en la corrupción. Y me recuerda mucho a nuestro país, cuando cayó la economía y la fiesta se hizo más exagerada en los últimos días, en los últimos meses. Yo era pequeño cuando el España va bien, pero ya no tanto cuando se repartían maletines y se agudizaba la ruleta. En Cuba, la mafia apretó las tuercas cuando más cerca estaban de caer, quizá pensando que bañando de dinero el país convencerían al pueblo que lo de los abusos, la corrupción y, en fin, los valores, podían pasar a segundo plano siempre que se untara bien a la gente. En España funcionó.

 Los regalos a las esposas de miembros del último gobierno de Bastista, las construcciones megalómanas en el crepúsculo del esplendor –Hotel Riviera y Hilton-, la despreocupación de todo, las cuentas en Suiza, se multiplicaban los vuelos desde Miami y los desfiles de enviados sacando el dinero en maletines del país, me resulta bastante cercano. La capital mundial de la diversión.

 Alejo Carpentier, en su espléndida novela El recurso del método, resume así esa ola de fervor artificial que sucedió en su Nueva Córdoba imaginaria, esto es: en cualquier lugar despegado del concepto de la dignidad:

 Mientras tanto, una ya inflada prosperidad, llevada por su desaforado impulso, seguía en ascenso de especulaciones y despilfarros, sin que los favorecidos y aupados hiciesen caso de los sombríos vaticinios de ciertos economistas -puritanos aguafiestas cuyas voces de sibilas calculadoras desentonaban en el confiado coro de quienes cantaban los gozos de una ficción cada día renovada. Porque en ficción se vivía. Sin percatarse de ello, las gentes se integraban en una enorme feria de birlibirloque, donde todo era trastrueque de valores, inversión de nociones, mutación de apariencias, desvío de caminos, disfraz y metamorfosis –espejismo perpetuo, transformaciones sorpresivas, cosas puestas patas arriba, por vertiginosa operación de un dinero que cambiaba de cara, peso y valor, de la noche a la mañana, sin salir del bolsillo –valga decir: de la caja de caudales- de su dueño. (…) Las mujeres favorecidas por el boom no sabían ya dónde lucir sus diademas, pendientes y collares…

 Batista murió en Marbella en 1973. Dicen que saqueó 300 millones de dólares antes de dejar la isla y dejó, a modo de chulería, unos dólares de propina en su despacho: 69 millones.

3 comentarios:

Miguel dijo...

Este post puede bien tomarse como un aviso a navegantes. Viendo lo que ocurrió en otro lugar, uno puede temer que le ocurra al propio si las circunstancias que se dan son analógicas.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

No te lo tomes a mal, pero no te pongas estupendo,;) que diría ese Bohemio universal y que tu post me ha traído a la memoria. Por desgracia, esas habas siempre han cocido; aunque se cambien las ollas y los dueños que las compraron. ISA.

Fe r dijo...

What about sex, sand & you???

Muy interesante lo que plasmas de Cuba y la correlación con tu patria. Además, suena desafortunadamente familiar para una argentina...

Pero empezaste tan a lo Hemingway, chico y me has dejado sin el final con respecto a la mujercita y al efecto del buen alcohol cubano.

¿Te habrás dado un buen revolcón en la arena con otra que esa que te señaló regalonamente? Pues espero que sí.

"El mundo fue y será una porquería
Ya lo sé,
En el quinientos seis
Y en el dos mil también.

Que siempre ha habido chorros,
Maquiavelos y estafaos,
Contentos y amargaos,
Valores y duble..."

Eso escribió Enrique Santos Discépolo en uno de nuestros mejores tangos, “Cambalache”: nunca más vigente. Te dejo el link para que leas toda la letra y lo escuches cantado por el gran cantor de tango argentino Julio Sosa, si te apetece: CAMBALACHE - TANGO - CANTA JULIO SOSA - LETRA Y MÚSICA: ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO

Sólo nos llevamos puesto lo vivido, Dieguín. "A nadie importa si naciste honrao...": vive tal como escribes, intensamente!!!

Un abrazo!

Fer