22/10/15

Los esclavos rebeldes de Jamaica

Trabajan y morían en el campo a pesar de que eran jóvenes y robustos. Pero eran mercancía. Si a toda la región del Caribe llegaron unos diez millones de esclavos hasta que el Imperio Británico dio por terminada la esclavitud en 1834, a Jamaica lo hicieron un millón y medio. El programa de justicia y reparación del CARICOM habla así “El comercio de esclavos trasatlántico es la migración forzosa más grande en la historia de la humanidad y no tiene comparación en términos de inhumanidad entre hombres”.

Los maroons fueron los más rebeldes.

Eran esclavos que huyeron de las plantaciones. Se instalaron en zonas remotas y crearon comunidades libres: desde allí lucharon, resistieron y alimentaron su propia cultura, que era la africana.

Hace un par de días, el 19 de octubre, se celebró la fiesta nacional de Jamaica. Una de los siete héroes del país tiene nombre de mujer: se llama Nanny y fue, en el siglo XVIII, líder guerrillera contra el invasor.

Por eso, en la minúscula población de Moore Town, encajada en el Valle del Río Grande, la fiesta retumba. El humo de las brasas trepa por el cielo y la música suena desde el colegio, desde una casa, desde los coches que aún tienen los motores encendidos.

Coronel Steerling, durante su discurso.

Le pregunto al coronel Steering, líder de esta comunidad descendiente de esclavos fugados del poder colonial, cuánto mantienen de la esencia africana. Me mira y me responde: “Ya lo verás”. A las doce del mediodía proyectan un vídeo en el que unas decenas de curiosos, con el ánimo enardecido y un ambiente jovial, no quitan ojo; en la película de los maroons: las costumbres.

Se ha calculado la cantidad económica que Inglaterra les debe. Después de un cálculo minucioso, incluyendo los años por término medio que trabajó cada esclavo, costes laborales de la época, “beneficio a la economía o enriquecimiento ilícito”, coste humano del dolor y el sufrimiento, el reclamo alcanza los 7,5 trillones de libras, de la que una tercera parte sería para Jamaica. Por su parte, los rastafaris -cuyo primer objetivo es la repatriación- exigen 72 billones de libras para regresar a África.

Hace unas semanas, el primer ministro británico vino a Jamaica. Y le recordaron, señor ministro, que su país nos debe dinero por los daños causados. La respuesta de Cameron fue que otorgaba ayuda financiera para construir una inmensa prisión en Jamaica y ¡repatriar a los paisanos que están en Reino Unido! Y claro, imaginad a la comunidad rastafari que visité el otro día. Echaban humo.


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