30/5/19

Medellín, la ciudad recuperada

Una espesa niebla empaña las mañanas de Medellín. El paisaje de esta ciudad situada a 1.500 metros de altura y rodeada por un cinturón de cerros la otorga un aspecto agreste y montañoso, pero el eterno clima templado desmiente la primera impresión. Este ambiente primaveral es lo único que no ha debido cambiar en la ciudad: la capital de Antioquía se ha visto envuelta en una transformación sin precedentes en los últimos 25 años. 

A partir de la década de los 80, Medellín estuvo inmersa en una espiral de violencia que la colocó como la capital mundial del narcotráfico y uno de los lugares más peligrosos del planeta. Sin embargo, gracias a una inteligente estrategia, esa misma ciudad que lloraba miles de muertes se ha convertido en una modernísima urbe que ha ido dejando atrás sus viejas pieles, como las serpientes, hasta convertirse en un ejemplo a seguir. 

Una visión panorámica desde cualquiera de las laderas de la ciudad sirve para comprobar que la alegría de Medellín, alguna vez sepultada bajo la tristeza de los años de “plata o plomo”, ha salido de su escondite. Y los modernos paseos peatonales, las ráfagas de los coches por las modernas carreteras, los edificios emblemáticos que se iluminan como linternas y las luces que trepan por las lomas por las que se extiende la ciudad le dan un aspecto de metrópoli dinámica, llena de vida. La definición de cambio se queda corta, pues se batido todos los récords de transformación, de descenso de la criminalidad –un 80 por ciento en veinte años– y aumento de número de turistas. A esta ciudad de algo más de dos millones de habitantes –cuatro con su área metropolitana–, encajada en el estrecho Valle de Aburrá y surcada por el río Medellín, llegan anualmente 700.000 turistas. Porque, en fin, lo que ha sucedido aquí es uno de esos milagros que suceden cada mucho tiempo.


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Sigue en el número de mayo de la revista Viajar.

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