soplaban del norte, como con furia,
y la niebla, que empañada de angustia
sacudía los males, sus aristas
prestaba para jugar a enredarlas
en un trozo de existencia: vendimia
el horizonte -un borrón de nostalgia
en facturas pendientes que a sabiendas
aguarda, ansiosa, promesas rebeldes.
Y se abre el cielo, y se aprietan las horas,
y estalla en sueños lo no imaginado.
Y huellas sedientas besaron verdades,
y verdades ocultas, algo sedientas,
coronan un cielo que yace muerto.
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