1/6/12

Otra vez Bruce


Tan inmensa es la ausencia del virtuoso de los sueños Clarence Clemons, que el amago de cubrir sus notas en el aire ha recaído en ocho pulmones; algo comprensible al hablar del "próximo rey del Reino Unido", como alguna vez lo presentó Bruce Springsteen. El torrente Springsteen, el representante del entusiasmo en la tierra, anda por estos pagos y el imán de su magia atrae a miles de peregrinos, entre los que me incluyo. Mañana iré a la primera de esas celebraciones del todo por la carretera del trueno. A mediados de mes repetiré en Madrid.

Como buen amante del despiste, será -como siempre fue- capaz de cambiar la dirección de los vientos y de arrancarle a la rutina sus aburridas pieles. Sobre esa forma de luchar en el escenario se ha hablado demasiado, desde los cainitas de este país hasta los más formidables críticos. Sin la necesidad de desplegar la fiereza que lo caracterizaba en sus actuaciones, lo sigue haciendo. Cuando podría estar "cantando para la reina, como Elton John", como alguien dijo hace poco, prefiere enemistarse con lo previsible y dar la espalda a lo extendido: generalmente, cuando uno sigue a cualquier artista, conoce hasta el momento en el que cuenta un chiste que uno ya ha escuchado.

No sucede eso en un tipo con fuego por aliento, quien improvisa canciones cuando los carteles del público se lo indican (¿quién de su talla lo necesita?). Nunca faltan los agoreros y ombliguistas que crucifican cualquier cosa, y eso se ve en los comentarios de la prensa, como si el dinero estuviera reñido con la honestidad. No sé quién lo dijo, pero "el dinero no cambia a las personas, sino que las descubre".

La primera vez que lo vi en directo en la gira de The Rising, un disco cuyo germen estaba en la necesidad americana del consuelo tras los atentados del 11-S. Alguien por la calle lo paró y le dijo: "Te necesitamos". Bruce llegó a su casa y comenzó a escribir el disco que volvió a reunir a la E Stret Band ya para siempre después de varios experimentos no tan exitosos.

Después lo vi más veces, allí en su tierra, Nueva Jersey, y aquello es difícil de describir con algo de precisión. Pero nunca olvidaré cómo supe de su existencia a pesar de que mucho antes le llevé estampado en el pecho tras esas herencias de ropas familiares. Salió en la televisión un tipo encaramado a un muro, en un concierto en Nueva York, con una guitarra descolgada por la espalda, con los brazos en alto, y seguidamente daba un beso a una señora.

Aunque sin ser el gruppie que suponen muchos seguidores del músico -hay personas cuya religión es la springstiana-, no me lo pierdo cuando viene a España. La última vez rodé en caravana al son de sus conciertos, me lavé los dientes en los depósitos de agua de las gasolineras y me duché en hostales que yo no pagaba.

Mañana vuelvo a esa comunión con lo estelar, con la fiebre de la pasión y cierta exaltación de vida. Bien lo canta en Badlands:  "No es pecado alegrarse de estar vivo". Buena razón para seguirlo.

2 comentarios:

V dijo...

Envidia cochina la que siento, Diego. Ya lo creo que sí.

Yo lo vi en Valencia hace unos años, y con gusto si pudiese pagarlo repetiría. Por desgracia no es el caso. Me alegraré por ti y por mi tete, que también va a Madrid :) Es un gran admirador suyo igualmente, aunque no es para menos, no.

Disfrútalo un montón, aunque dicho esto, me parece tan obvio que creo que sobra.

Un besote, guapo.

Anónimo dijo...

Yo fui a verlo el sábado en Sanse. E S P E C T A C U L A R!!!!!!!
eL REMOJÓN cuasipulmonía/ afonía mereció la pena y tanto! dos horas y media de puro BOSS! Si es que buscas extraterrestre en el diccionario y fijo que sale su foto! Un fuerte abrazo desde la distancia, que no desde el olvido.
ISA MICID