8/7/14

Jack, en su salsa

En el Klondike me encontré conmigo mismo. Nadie habla. Todos piensan. 

Jack London


Los requisitos literarios oficiales y previos sobre Jack London para pisar el territorio del Yukon son muy básicos: basta con haber leído La llamada de lo salvaje y la breve historia Encender una hoguera. Al primero llegué hace ya tiempo; a la segunda, hace menos, cuando me enteré de que tras el desastroso desembarco del Granma en el extremo oriental de Cuba, el Che Guevara, tras ser alcanzado por una bala en el hombro, se apoyó en un árbol y esperó su muerte. Y pensó en el gélido relato de London, donde, tras helárseles las manos, el viejo se sienta resignado y en duermevela abrazando su destino.

En el centro Jack London de Dawson City se cacarean estas dos novelas. Poco se dice de Smoke Bellew, donde narra las vicisitudes para atravesar el Chilhoot Trail o sobre el diario que llevó uno de sus dos compañeros de viaje, Fred Thompson; es a través de este diario donde adivinamos un poco más sobre esta hazaña que llevó a un joven de 21 años a buscar oro en el gran norte.

Esa era la edad, probablemente uno de los más jóvenes intrépido que llegaron aquí tras el anuncio de la prensa de que uno podía hacerse rico. ¡Había oro en Rabbit Creek, un pequeño afluente del Klondike, en Dawson City! La mareante noticia imantó los sueños de cerca de un millón de personas de todo el mundoaestas tierras, aunque solo unas decenas se hicieron ricos.

Jack London se quedó varado en el río Yukon. En el mes de octubre el río se heló y no pudo completar los 120 kilómetros que le quedaban para llegar a Dawson; aunque se sabe que meses después sí estuvo en Dawson, registrando su trozo de río para explotar el oro que nunca encontró. Fue una caminata dura junto con sus compañeros, pero luego regresó a la cabaña que había construido en Henderson Creek.
Cabaña de Jack London en Dawson City.
Pasó el invierno cortando leña, escuchando historias -no tenía papel para escribir- y reteniendo en la cabeza cuantas batallas le cabían. Enfermó, fue hospitalizado y en la primavera, ya con el deshielo, salió escaldado por la desembocadura del mismo río por el que entró: el Yukón.

Hoy su cabaña se exhibe en Dawson, aunque únicamente con la mitad de los troncos de árboles originales. La otra mitad compone la cabaña levantada en Oakland, California, donde nació. "Muchos de vosotros seguro que habéis venido al Yukón inspirados por Jack London", dijo una mujer del museo que nos dio una charla. También pregunto: "¿quién de vosotros escribe?" Un chico de 13 ó 14 años levantó la mano. Dijo que escribía ficción. "Sigue escribiendo", le dijo ella. Y se refirió a los inicios de nuestro joven escritor.

Sin vivir es difícil escribir.

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