Lo triste no es
la tristeza, sino nuestras viles alegrías.
–H.D. Thoreau, en una carta a Lidian Emerson
Yo que busco la certeza hallada,
que no cierro la puerta ya cerrada
que te amo en la Luna, Marte, en la ventana
de la noche
–sin la toalla, con lunares entre ambas –
de la noche
–sin la toalla, con lunares entre ambas
anhelando veladas apoyadas en la espalda
de otra vida con resaca de
la ruina acomodada.
Entender el amor, ya siendo nada.
Mientras se oxidan días, vidas que comienzan
al perder las coordenadas
en el mapa del
cuerpo
que olvidó su
parada.
Y saber que
todo es nada.
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