2/5/18

Lenin está en La Habana

El enorme rostro de Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, vigila La Habana mientras una docena de figuras humanas de mármol lo jalean. Su cara, esculpida en bronce, resplandece custodiada por ruinas, edificios nobles y la historia. La escena está sacada de los huesos mismos de la Revolución cubana y fue el primer homenaje que se hizo al líder bolchevique fuera de la Unión Soviética.

Cuando Lenin murió el 21 de enero de 1924, el alcalde de Regla —uno de los municipios de La Habana—, Antonio Bosch, decretó a Lenin «Gran Ciudadano del Mundo» e invitó a los vecinos a que fueran a la Loma del Fortín a celebrarlo el 27 de enero, cuando lo despedían en Moscú. En la ceremonia, el alcalde animó a los miles de vecinos que acudieron a la cita a estudiar su obra, ya que —dijo– era uno de los hombres más importantes en la historia de la humanidad. 

Aquella fue una tarde memorable en la que se mantuvieron dos minutos de silencio y se lanzó un bando municipal que ordenaba paralizar todas las actividades sociales. «Los vehículos pararán, los establecimientos no efectuarán operación alguna y los individuos quedarán en quietud absoluta», decía el documento emitido por Bosch. Hacia las cinco de la tarde, se plantó un olivo como homenaje y aquel lugar pasó a ser conocido como Colina Lenin, una denominación que estira la lengua hasta nuestros días. El siglo de historia que carga la colina a sus espaldas y comenzó con un acto de rebeldía era una especie de prólogo a los siguientes años porque Gerardo Machado, que gobernó la isla durante una década, desterró cualquier anhelo comunista.

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