6/3/19

Se han caído los carteles

Se ha quedado la casa fría.
Han volado
los tapices de las sillas, los colores
del retrato,
las migas del camino de regreso
al pasado.

Se han quedado sin aliento
los pasillos,
los balcones de tus ojos
que me hervían ayer, 
hoy,
y quién sabe si mañana.

Se han caído las orquídeas, el pulgón
de los rosales, las excusas
que me invaden,
el papel de las paredes
donde escribo tus postales.

Se ha caído el cielo, los aciertos,
el péndulo del sueño,
la certeza de una vida con remiendos
de acero.

Se han caído los carteles
de “cerrado”, de “abierto”,
de “veremos”: solo parpadean
los letreros de luces
bajo cero.

Se han caído hasta los vientos, ya sin fuerzas
ni tormento.

Se han caído las pinturas al subsuelo,
el corazón del pecho. Cae el pelo, caen las panzas,
caen los párpados del tiempo.

Se ha quedado nada en movimiento:
la memoria, los bandidos del camino
a tu casa,
las piedras confundidas de ventana.

Las certezas
que nos deja una vida si no quema
son un surco arañado en la arena.

Al principio el mar acecha,
después, lo arrasa.

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