29/10/12

Que nadie diga que no nos advirtieron

Días atrás, leyendo El cielo protector, de Paul Bowles, me tropecé con esto:

- Cuando yo era joven...

- ¿Cómo de joven?

- Antes de los veinte, quiero decir, yo pensaba que la vida se aceleraba, que sería cada vez más rica y más intensa. Uno aprendería más, sería más sabio, más inteligente, se acercaría más a la verdad… - vaciló.

Bruscamente, Port se echó a reír.

- Y no es así, ¿verdad? Es más bien como fumar un cigarrillo. Las primeras bocanadas son maravillosas, ni se te ocurre que se va a consumir. Empiezas a olvidarlo. De pronto te das cuenta de que ha ardido casi hasta la punta. Y entonces es cuando tienes conciencia de su sabor amargo.

- Pero yo siempre tengo conciencia del sabor desagradable y de que el fin de acerca.

 
Irremediablemente, recordé aquel rencor poético de Oscar Wilde a Alfred Douglas, Bossie, en De Profundis:

(...) De momento, parece tener el encanto de un plato nuevo o de un vino nuevo, pero las migajas de un banquete se vuelven duras y el fondo de la botella es amargo. Tal vez hoy, tal vez mañana, tal vez otro día cualquiera, llegará de seguro la hora en que hayas de comprender esto. Y sino, si llegases a morirte sin haberlo comprendido, ¡cuán miserable tu vida, cuán hambrienta y desprovista de imaginación!


Algo parecido, con deseos contrarios pero en el mismo sentido, le aconsejó Lucio Séneca a su imaginario Lucilio:
¿Y entonces qué? No considero pobre aquel de alguna manera es aún capaz de gozar de lo poco que le queda. Pero en cuanto a ti, prefiero que te ocupes de ti mismo y que comiences en buena hora. En efecto, tal como solían decir nuestros mayores: "extemporáneo es el ahorro cuando ya se tocó fondo". El último resto no sólo es lo mínimo sino también lo peor.


Y después siempre caigo en la descarnada descripción de la vida (del teatro) que trazó Jaime Gil de Biedma:

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra
.



 

1 comentario:

SILDELSUR dijo...

Es bueno darse cuenta a mitad de camino y tratar de consumir el cigarrillo o la vida con el mayor placer y felicidad posible...en eso estoy.
Saludos