5/4/14

Buscando a Óscar

Óscar es un tipo misterioso: eso se sabe desde antes de poner los pies en Masaya, a un puñado de kilómetros de Managua. No coge el teléfono durante varios intentos de llamada. ¿Dónde estará Óscar? Mis referencias sobre él no son demasiadas. Sé que algún día fue periodista, que tiene contactos en Univisión, Telesur, La Prensa (y es aquí donde necesito de él), la CNN y que se salió de ese mundo para hacer cosas por su cuenta. También sé que es artista, por lo que me empiezan a encajar más cosas.

Ya es de noche y vamos en su búsqueda.

En la puerta de su casa nos dicen que no está, pero entramos para comprobarlo. Salimos de allí y andamos por las calles de este pueblo -debe de ser el que tiene más farmacias y dentistas del mundo por habitante-, y hallamos a su hermano con otros amigos. Uno de ellos nos deja el teléfono para llamarle, pero al tercer toque, Óscar cuelga. Al poco tiempo, mientras el amigo nos sigue para darle un cigarro, nos llama. Vale, ya intuimos dónde está. Subimos al coche y nos bajamos en la puerta del Cevichero, un local “underground”, me dice mi amigo.

Sacudimos las manos en otras manos repetidas veces, pasamos tres pequeñas salas algo iluminadas girando la cabeza; yo, en segundo plano, nunca me había sentido tan misteriosamente en tal estado de interrogación por un hecho aparentemente tan banal: buscar a Óscar.

Al fondo, en una especie de trastienda sin luz, sentado en una mesa con dos chicas, está él. Como por arte de magia, se enciende la luz y otro tipo se sienta en la mesa. Entonces la bombilla descubre a un joven con la camisa desabrochada, rastas por debajo de los hombros y cuatro botellas grandes de cerveza en el suelo. Nos traen dos sillas, pero nos despedimos. Ya comprendemos el misterio de Óscar.

Una gira por cuatro bares antes de volver al Cevichero, pero ya no están. Y es imposible adivinarlo.

“¡Es que no tienes moral”!, le grita mi amigo cuando nos cruzamos con él esta mañana. Él se ríe a carcajadas mientras nos pita el coche de atrás, que está esperando a que dejemos de hablar con Óscar, que está subido en su coche, un jeep rojo chillón con un hacha incrustado en el portón trasero.

Maldito Óscar.

No hay comentarios: