17/11/14

El cabo Bacalao

Los hechos más simples son siempre los más aceptables para una mente curiosa.

HD Thoreau, en Cape Cod 

El bíceps, el codo, el antebrazo, la mano y el dedo índice. El Cape Cod lleva esa secuencia en su superficie: todo el mundo se refiere así a su anatomía. Hoy me vi caminando en su dedo índice, uno de los confines de este país, a través de la bahía abrazada por el pueblo de Provincetown, con el frío pegándome bocados mientras yo daba saltos entre piedras y atravesando los juncos de las marismas para llega al faro de Wood End. 

Desde el océano, esta torre parece cuadrada y solitaria. Pero desde sus pies parece aún más solitaria. Es uno de los faros más desamparados de Massachusetts que he visto hasta el momento. Porque estoy aquí haciendo una especie de ruta del bacalao (ruta del Cod) y de faros. Especialmente en el cabo, por lo expuesto que está este brazo de arena a las embestidas del mar, resultan duros los inviernos y los otoños, cuando el mar lucha por comerle territorio a una tierra que alguna vez emergió de las profundidades.

Cape Cod, paraíso de veraneo y segundas residencias en fila india, es muy similar en todas sus versiones: norte, sur, este y oeste. Pero quienes viven aquí distinguen el espíritu de los lugares: Chatham es más animado que Brewster, dicen, pero Hyannis es genial y Provincetown es un oasis. A mis ojos lo único que cambia es la vegetación, más baja y pelada a medida que se sube por el antebrazo. Desde ahí, el mar se puede ver a los dos lados del camino.

En el Cabo hay 25 campos de gof. En uno de ellos el faro está en mitad del hoyo 8. Se llama Highhands (el faro y el campo de golf), Thoreau, en su libro Cape Cod, publicado en 1865 habla así del faro: “La vivienda y faro consta de un edificio de ladrillo de sólido aspecto, pintado de blanco y rematado por una estructura de hierro que alberga el fanal; anejo al mismo está la morada del farero, de una planta, también de ladrillo, y construida por el gobierno”. Y en realidad sigue de esa guisa, aunque cien metros más atrás debido a la erosión de las rocas y los mordiscos del océano.

Al Cape Cod, antes que en coche; antes que cualquier otra cosa, me ha traído ese texto del siglo XIX. Lo mismo que me ha traído a todos los lugares que ando merodeando, pero especialmente New Bedford. Su pasado ballenero lo delatan los relatos y el aura de Moby Dick. Pero ese espíritu de puerto ballenero y tabernas plácidas al calor de la leña ya no existen. Así como otros lugares históricos mantienen cierta esencia (como Concord), cuando recorrí New Bedford maldije a eso que llaman progreso mil y una veces.

El cabo, aunque apenas es ya lo que definió Thoreau (“las casas anticuadas y sin pintar lucían más confortables, y también más pintorescas,que las modernas y más pretenciosas, que estaban menos en armonía con el paisaje, y menos firmemente asentadas”), al menos mantiene cierta elegancia entre la multitud de lagunas, bosques y pescadores que siguen escarbando la arcilla del dedo índice de esta extremidad mágica de Massachusetts.

Faro de Wood End.

1 comentario:

Unknown dijo...

Qué pena que no encontraras lo que esperabas, pero la imagen del faro y la casa del farero son muy evocadoras :)