A veces es mejor hablar por boca de otro:
“Mi diario
debiera ser el archivo de mi amor. En él, solo debiera escribir sobre las cosas
que amo, sobre el afecto que siento hacia algún aspecto del mundo, o sobre
aquello sobre lo que me encanta pensar. En mis anhelos, no hay más intención
discernible que la que posee un brote en gestación, que apunta, claro está,
hacia la flor y la fruta, hacia el verano y el otoño, pero percibe solo la
influencia de la primavera y el sol cálido. Me siento maduro para algo, pero no
hago nada, y no soy capaz de descubrir qué es ese algo. Me siento fértil, eso
es todo. Es la hora de la siembra para mí. He estado ya suficientemente en
barbecho”.
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