23/8/15

Libertad

Siendo sinceros, pocos adultos pueden ver el sol.

-Ralph Waldo Emerson, en La naturaleza


Avanzando en mis estudios de sociología hace un par de años, me sorprendí observando la libertad de un plan de estudios que incluía asignaturas que iban al cuello del sistema social y su estructura. “El mismo Estado que nos despoja de nuestra libertad”, reflexioné, “permite que estudiemos a fondo –creo que la asignatura era Estratificación Social y Desigualdad– contenidos que desmenuzan las trampas y murallas dentro de una sociedad”.

Durante meses sentí que aquellas teorías y conceptos, aquellos mecanismos de cierre de las clases dominantes y aquella estafa de la igualdad de oportunidades –tururú– eran una bomba contra el sistema. Contra el poder.

Desde entonces, he transitado por varios caminos, algunos más dominantes que otros, otros en la espalda de las imposiciones –las revoluciones certeras son silenciosas e, incluso, imperceptibles– con alegre libertad: la misma libertad que permite que todo quepa en un mundo mientras no asumas ningún planteamiento propio de ahí. Supongo que en eso se base la libertad que tratan de airear: la libertad de elegir dentro de unos parámetros que ellos definen.

Puedes leer a Emerson, Kant, a Thoreau y el Bhágavad-guita en libertad. Lo lees con los ojos y se te queda en la ilusión, eso contra lo que lucha –precisamente– los buscadores de uno mismo, que lo es todo. Lo venden en las librerías, circulan unas frases célebres sacadas de contexto que sirven para revistas de moda y progresistas que son más progresistas a medida que acumulan riqueza y poder. La gente lo lee y lo admira y lo airea pero en su interior esas palabras no han hecho más trabajo que el que hace el oxígeno que se meten para el cuerpo: seguir tirando.

Es curioso que cuando, realmente, vas asimilando; vas viendo; vas renunciando; vas avanzado hacia donde te han dirigido esas lecturas, ese trabajo, es cuando tu alrededor comienza a revolotear, intranquilo. Ser libre no es otra cosa que un sentimiento. Pero la libertad es esa pelota que te dan a condición de que no rompas ningún cristal del patio del colegio. Lo bueno es que, cuando rompes ese cristal –porque una pelota bien hecha está para ser disparada lejos  ya se pasa a ser libre. Y ya no hay vuelta atrás. 

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