En este cielo de
noche castellana
con tus ojos
de rodaja de
manzana
las estrellas
son lunares,
piernas largas
que acribillan la
mirada.
El carro circula entre galaxias,
los destellos
atornillan la nada:
son el lomo
de animal
con colmillos en las
patas.
Esta noche de
cielo castellano
con polvo
de la pluma de
Quevedo
siento el frío
de un aliento de
verano.
No es el cuerpo
quien se hunde
en el vientre de alquitrán
que no nos
separa.
Son tus labios medias lunas,
un brasero en llamas.
Qué color
el de esta noche
castellana
con las luces
palpitando bajo tierra:
las raíces
las raíces
de este fuego
tienen manchas en
las ramas.
Es el alma
el que
se hunde en la almohada
dejando sin figura
a tu cruz
y mi cara.
Un
escudo, dos espadas,
alambradas
en el
cielo
de
esta noche
con arrugas en la cara.
con arrugas en la cara.
Un amor con espinas sabe a nada;
las hoguera, sin
tus besos,
no se apagan.
Dime cuáles,
dime cuántos.
Dime dónde
hallar
esa pócima
sagrada.
Que la vida, con el
humo, es coartada.
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