las espuelas
cuando el mar se rompe,
y nada aviva la desazón
de nuestras venas atascadas
de promesas.
Si nada nos recuerda
el susurro que nos lleva
entre nubes y arcilla.
Si nada nos eleva, si nada nos revienta,
si nada nos calienta
con briznas del aire
y de ti,
y estos pasos que desando
con las piernas de nadie.
Si nada nos propulsa a diez mil metros
bajo tierra
y nada nos entierra entre águilas y rayos,
si nadie nos compensa en arrabales
y mañanas con ojeras
quizá sigamos
-otra vida-
en la sala de espera.
Sierra Nevada de Santa Marta. Octubre del 2018. |
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